El Barcelona se proclamó matemáticamente campeón de la Liga 2010-2011 al sumar en su visita al Levante el punto que le faltaba, en un partido de guante blanco y sin tensión, ya que su rival también dio por buena la igualada (1-1) en su lucha por la permanencia.
El partido no se jugó sobre el césped del estadio levantinista, sino sobre la tabla de clasificación y para ambos equipos fue un buen negocio el resultado final conseguido sobre ese tapete.
El Barcelona controló el juego durante todo el encuentro frente a un Levante agazapado en su parcela, que esperaba encontrar sus opciones al contragolpe. Sin embargo, el equipo catalán estuvo en ataque mucho menos preciso que de costumbre y el Levante nunca renunció a mantener sus precauciones.
En suma, el Barcelona apenas llegó a la meta del rival y el Levante apenas salió de su parcela. Ninguno de los dos equipos pareció estar incómodo con el rol que le correspondió en un partido que olió a empate desde el principio.
El primer rondo del Barcelona duró media hora. Sólo se vio interrumpido por algún robo esporádico de balón del rival y por centros imprecisos de los jugadores del equipo visitante cuando se acercaban al área del Levante.
La última acción de esa larga posesión de balón del Barcelona fue un centro de Xavi que, en un remate de cabeza espectacular, Keita convirtió en gol.
Sólo a partir de ese momento apareció el equipo local, que incrementó su presencia en el encuentro y que en un gran error de Piqué y Valdés, impropio de jugadores de tanta calidad y tan compenetrados, fue aprovechado por Caicedo para poner el empate a uno en el marcador antes de que el partido llegara al descanso.
Hasta ese momento, cada equipo había disfrutado de una oportunidad y la había aprovechado. Sin embargo, antes del final del primer periodo, el Barcelona dispuso de una nueva ocasión en una falta directa lanzada por Messi, que salió cerca del poste de la portería de Munúa.
El partido había llegado al descanso con un empate a uno que se ajustaba a las expectativas de dos equipos a los que les iba mucho en el encuentro, pero que parecían tener suficiente con el empate.
El segundo tiempo dio comienzo con las mismas sensaciones, hasta que en el minuto 57 una excelente acción individual de Messi acabó con el balón en el poste derecho de la meta de Munúa. Poco después, en una jugada similar, Messi volvió a estar cerca del gol. Era el único que rompía la monotonía del choque.
Sus acciones, sin embargo, eran esporádicas, ya que el conjunto de juego fue tedioso y falto de mordiente. El Barcelona tenía el balón y el Levante le esperaba. Ambos equipos parecía bastarle con ello.
Así llegó el encuentro al cuarto de hora final. Las posesiones del balón del Barcelona recuperaron la tónica del inicio del partido, sin que al Levante pareciera importarle demasiado.
A medida que el encuentro se acercaba a su conclusión, ambos equipos levantaron el pie del acelerador y en el momento en el que árbitro pitó el final, los locales vivieron la pequeña satisfacción de sentirse más cerca de la permanencia y el Barcelona la inmensa alegría de haber alcanzado el título por tercer año consecutivo y con su afición feliz.
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